martes, noviembre 22, 2011

Número veinte...





He descubierto historias de amor en todas sus expresiones, hasta donde la renuncia a este mismo es el principal protagonista de una... o varias vidas...
Acostumbro de vez en vez cerrar mis ojos y recordar la callecita número 20 de algún hermoso pueblo para este diminuto cuento, empedrada al azar, eso creo, como para que quedara peor que si la tierra le hubiera dado alguna forma encaprichada y menos accidentada, era en ella, allá por su principio, donde vivían Sofía y sus hermanas huérfanas, la tragedia de sus padres se las escribo luego, ya saben cosa de no perder su atención ni el tiempo, pero me permito dibujarles más sobre la callecita 20, esa misma que subía hasta la punta del cerro que se alzaba como un mirador natural, desde donde se veía la pequeña cuidad, una calle tan pequeña que no cabía ni un coche, ni de ida ni tampoco de vuelta, la gente que por ahì caminaba, a menudo rosaban sus cuerpos de tan cerquita que pasaban, como le sucedió a Sofía cuando muy juntita a Carlos se encontró, aunque no estoy segura si también lo fantaseó, bueno como sea que fue esto ocurrió a la altura de las paredes traseras del templo, donde más calorsito del sol de otoño se lograba sentir, de ahí en esos instantes en que se miraron y se descubrieron desnudando sus almas por el cruce de sus ojos, de esas miradas que se muestran como ventanas por donde se asoma tímido el espíritu que nos habita dentro...algo de su corta y eterna plática me acuerdo que algo así se susurraron como apresando a el tiempo: -A veces cierro los ojos para poder sentirte, aquí, entre mis brazos puedo olerte y le platico a tu espacio que se forma entre el calor de tu ausencia y las líneas tenues que todavía vibran y que aún dibujan tu bello cuerpo, en mi cabeza abrazo una forma de trazos jamás pensados, que sólo los podía ver en sueños y fábulas que yo pintaba para sentirme menos solo y un poco más vivo, ahora, me fue fácil entender lo que era eso que llamaban amor, me fue fácil poder entrar en tu mirada y detener el tiempo, tiempo único sólo para ti y sólo para mi, sé que soy amado y tu eres amada por mi... Sofía escuchaba a Carlos con todo detenimiento, y bastaba sonreírse con todo el cuerpo para corresponderle sus hermosas palabras y su amor sincero...Sofía soñaba que soñaba, aturdida de tanto dolor y problemas, a sus hermanas que como ella huérfanas cuidaba y encaminaba a la vida, vida de amor a la que renunció ella... trastornada por la falta de cariño se apropiaba de sus fantasías como deseo de vivencias , infinitos reflejos de si misma calzando otras vidas, deseando pero no muriendo, amando pero sin puntos fijos, siempre en movimiento... y aún deambula por la callecita escribiendo relatos de amor con palabras del corazón no del pensamiento, como para flotar en sueños, algunos propios y otros ajenos, esperando un día alcanzar la gloria de un amor que se le quede en el pecho, uno que le ame el alma tanto como su ansioso cuerpo...
Les escribo luego como conocía esta mujer aquél sentimiento tan ajeno para muchos y para pocos tan pleno, pero bueno, por el principio de aquella angosta callecita, les decía... vivían Sofía y sus hermanas huérfanas...

Jamás renuncies a la oportunidad de amar, amar en cualquier expresión y forma, en cualquier modo o trazo... de pronto podrías encontrarlo... está ahí sólo hay que atraparlo...                  Soy Maggy

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